La historia de C25 comenzó como el proyecto de un par de estudiantes hace más de ocho años, convirtiéndose en uno de los restaurantes de autor más importantes de la Ciudad de México D.F.
Por: Ana Milena Alarcón Barreto
El equipo conformado por los esposos Abel Hernández y Nasheli Martínez, quienes ejercen como gerente y chef respectivamente, ha logrado mezclar platos innovadores, un ambiente íntimo, servicio y un buen diseño interior, lo que ha convertido su sueño en una realidad que consiguió consolidarse y ser una fuente de empleo para el grupo que trabaja
hombro a hombro con ellos.
El sitio es un refugio ubicado en la colonia La Condesa, una de los prestigiosos sectores del D.F., la carta está elaborada pensando en comensales cosmopolitas pero que a la vez aceptan un toque de sabor típico mexicano.
Es interesante el hecho de que la falta de un aviso a la entrada del local se haya convertido en una estrategia de mercadeo. Al pasar por el frente, difícilmente se puede presumir que allí está el local y sin embargo el descubrir el secreto ha llevado a un juego entre los comensales, quienes ven a C25 como un lugar que ha generado verdaderos y fieles fanáticos. Pero para llegar a este punto, tuvieron que pasar por etapas diversas, algunas difíciles y otras de mucho aprendizaje.
Olfato para los negocios
Desde muy joven Abel Hernández tuvo ese gusto por los negocios relacionados con eventos y banquetes; su primer empresa la fundó con tan sólo 14 años de edad (tiene 29 en la actualidad), consistía en la organización de eventos y fiestas.
“Esto surge por la idea mía y la de uno de mis mejores amigos. Prestábamos servicios a fiestas de 15 años y diferentes eventos, ahí empecé a involucrarme en el mundo de los alimentos y bebidas; luego poco a poco comenzamos a especializarnos, involucrándonos con una escuela de hotelería y gastronomía”, explica el restaurador.
Así, lo más lógico para Hernández era estudiar una carrera afín con lo que le apasionaba, sin embargo quiso darle un poco de gusto a su padre, un empresario recio y conservador, quien prefería que se graduara en una carrera un tanto más reconocida en ese tiempo. Estudió algunos semestres de Comercio Exterior, pero el “bichito” de los restaurantes fue
mayor y a pesar de la oposición decidió probar suerte en el Centro de Estudios Superiores San Ángel, (Cessa) de donde recibió el título como Administrador Hotelero y de Restaurantes.
Al mismo tiempo seguía tratando de empezar un negocio en el área y junto a su novia Nasheli, proyectaron una empresa que consistía en la organización de eventos y fiestas, ofreciendo sus servicios en Internet, pero el negocio no rindió los frutos que ellos querían por la falta de tiempo, ya que se encontraban cursando la mitad de la carrera, lo que les exigía concentrarse en sus estudios.
Al graduarse, Hernández empezó a trabajar como administrador en varios restaurantes de categoría, pero lo que en realidad quería era manejar su propio negocio. La respuesta llegó vestida de humildad; un amigo le pidió que lo asesorara en un negocio que se veía sin esperanzas, con una cantidad de problemas y obstáculos… pero Abel sólo vio una oportunidad.
“C25 fue un negocio que adquirimos en conjunto un par de amigos y yo, tenía algunos problemas de términos legales, con licencias que no podíamos conseguir y eran necesarias para abrir el negocio.
Primero funcionó como una cafetería, escondida a la vista del público en general, no vendíamos lo que tenían ellos como expectativa. Para poder hacerlo diferente había que arreglar muchos permisos, licencias y tramites, y se complicó un poquito ese proceso”, explica.
Cuatro años duró cerrado, pero para el empresario es considerada la etapa de maduración de un joven recién graduado, con un sueño, enfrentado a la realidad que le exigía tomar riesgos y demostrar de qué estaba hecho.
Su familia fue pieza fundamental en todo este proceso, su padre antes reacio al cambio empezó a apoyarlo, al igual que su madre y sus hermanos. “Luego de superar los primeros roces, mi padre siempre me apoyó y me echaba muchas ‘porras’ animándome en todo lo posible, siempre estuvo el ejemplo de mi papá que fue muy emprendedor, desde chicos nos motivó a poner nuestros propios negocios y hacer carreras por nosotros mismos, entonces fue algo muy bonito”, sostiene Hernández.
Un viaje de aprendizaje
La vida de Nasheli siempre estuvo ligada a la cocina, desde muy pequeña se relacionaba con su madre y su abuela, preparando platos típicos de la gastronomía mexicana. Mientras cocinaban compartían, hablaban y disfrutaban de esa conexión especial.
A los 19 años de edad su espíritu aventurero y emprendedor la llevó Canadá, allí el destino la condujo a la casa de unos chefs, así entendió que ese era el camino profesional que quería.
“Al poco tiempo me regresé a México y me inscribí en una escuela de cocina, luego volví a Vancouver y trabajé en un restaurante italiano que se llama Vida de Lujo por espacio de quince meses; al entrar en la cocina y ver los sartenes, me dije, esto es lo que quiero hacer, aprendí mucho en ese restaurante, el Chef era argentino y me ayudaba con el idioma. Me fui ‘clavando’ en la gastronomía, allí fue donde más aprendí”.
Regresó a su país donde estudió hotelería en el Cessa, pero como no podía permanecer quieta por mucho tiempo decidió irse a Suiza para hacer un curso de seis meses de alta comida europea. Trabajó tres meses en el hotel de la escuela y regresó a México para cocinar en algunos restaurantes. “Hasta que me metí en el negocio de banquetes con Abel y poco a poco se dio lo del restaurante C25”, explica emocionada.
Sin embargo, su aspecto juvenil y el hecho de ser mujer fue uno de los grandes obstáculos que tuvo para ser aceptada en el gremio. Por eso el ser la capitana de su propia cocina sólo le trae muchas satisfacciones. Ésta mujer diminuta es el corazón de C25, maneja con responsabilidad seis hombres que atienden con respeto sus órdenes, moviéndose con soltura por el que considera su territorio.
Allí diseña platos exquisitos, que ella llama de comida contemporánea, en los que el comensal puede descubrir sabores del mundo, desde la exótica comida de oriente hasta lo más típico de los productos mexicanos, que sin embargo es fácil de degustar, dejando a sus clientes satisfechos y encantados con los experimentos gastronómicos de la mexicana.
Soluciones a las crisis
Su visión de negocio radica en el respeto tanto a sus clientes como a su planta de empleados a quienes considera de la familia, su política en cuanto a lo administrativo es evitar la rotación de su personal, manteniéndoles siempre interesados e involucrándolos en las tareas del restaurante, de tal forma que sientan que son parte del éxito del negocio.
Abel Hernández expresa la importancia que ha tenido el superar con sus empleados los momentos de recesión económica, por eso entre sus estrategias está el incentivar las buenas relaciones, capacitándolos, mejorando sus incentivos como las propinas
y utilizando sus capacidades para darles nuevos oficios que les beneficien monetariamente, como por ejemplo en vez de contar con terceros para las labores de mantenimiento, darles a ellos mismos el contrato para que reciban dineros extra.
Como esposos y empresarios ha sido primordial la deferencia por la autoridad de cada uno en sus espacios, ya que como es lógico conviven las 24 horas del día juntos, lo cual puede llegar a ser un desafío para su estabilidad, por eso han aprendido a complementarse tanto en el trabajo como en la intimidad del hogar.
En cuanto a la crisis económica actual, Hernández considera que no hay un panorama muy alentador, pero a pesar de todo es el momento de que las empresarios de la industria empiecen a diseñar estrategias, ofreciendo mejores productos, creciendo la oferta y adaptándose a la situación, logrando alianza con los productores y atreviéndose a proponer entre otras soluciones “crecer la oferta, y adaptarnos a la situación, buscar más volumen en venta, aun cuando nuestras contribuciones marginales sean un poco bajas, buscar un mayor margen de utilidad y de ventas”.
Ya que conoce la historia, si alguna vez visita el D.F. encontrará una opción más en la industria de la restauración. C25, un sueño que hicieron realidad Abel y Nasheli.
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