por Lyda Durango
Y es que para este empresario del sector hotelero los verdaderos líderes de la sociedad son aquellos que permiten un mejor nivel de vida para la gente. “Muchas personas tienen la idea de que el empresario es una persona egoísta y que lo único que quiere es enriquecerse”, explica. Por eso, cada vez que abre un nuevo hotel, busca alejar su imagen de ese prototipo. “Tengo una fuerte sensibilidad social desde el capitalismo”, aclara.
Su paso por la vida política argentina, más específicamente del partido liberal, le permitió trasladar esa sensibilidad al campo político desde donde fue un arduo defensor de la propiedad privada. “Fui empresario del rubro alimentario, importando y exportando alimentos”, recuerda. Pero la bonanza tendría un final cuando llegó la dictadura, luego el país perdió la guerra de Las Malvinas y después murió su padre. “Planeé irme del país y reaccioné porque pensé que no quería que mis hijos fueran inmigrantes”, explica. La decisión de quedarse en su país estuvo además jalonada por su arraigo a la tierra que lo ha visto nacer, crecer y formarse como empresario.
Hoteles, arte y parte
Alberto se califica a sí mismo como una persona tradicionalista y una de las máximas expresiones de esa naturaleza es haber sido el autor del Día Nacional del Gaucho y además, escritor del libro “El Gaucho, nuestro arquetipo”, obra que condensa una interesante reivindicación a la figura del gaucho por medio de una descripción de su vida, costumbres e historia. Pero Alberto es cuidadoso al hablar del tema y aclara que su amor por el país no significa que sea nacionalista. “Yo soy profundamente latinoamericano”, enfatiza. “Tengo un gran amor por todos los pueblos del mundo pero sobre todo por los pueblos latinoamericanos porque los llevo en mi sangre con su música y sus escritores”, explica.
Amante de las expresiones artísticas de la región latinoamericana, Alberto lee en promedio dos libros por semana y siente gran admiración por escritores como Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Es tal su pasión por la lectura que equipara su papel como lector con su rol como empresario hotelero. “Hay dos cosas que me llena de satisfacción: cuando compro un libro y cuando abro un hotel”, comenta. Para compensar ese interés, Alberto incursionó en el periodismo hace un tiempo atrás y logró conectarse con el público por medio de artículos y columnas. “Tuve un programa de televisión por diez años”, detalla.
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Entre política, periodismo y empresarismo, Alberto encontró el camino que lo conduciría a la posición en la que se encuentra actualmente. La escasez de una oferta acorde a un mercado internacional motivarían a Alberto a iniciar la franquicia de Howard Johnson en Argentina. “Yo llego a la hotelería más por observación. Viajando por todo el país siempre sufrí porque no había hotelería que pudiera atraer al turista internacional”, comenta. Convencido de la importancia del turismo para la economía del país y de que era necesario garantizar la calidad de los servicios, Alberto incursiona en la docencia, mucho antes incluso de abrir su primer hotel, en el año 1998.
“Logré traer al país proveniente de México a un importante hombre de la docencia hotelera”, recuerda. Ese fue el primer paso para lograr la aprobación por parte del Ministerio de Educación del país de la primera carrera universitaria de hotelería. “El día de hoy el país cuenta con seis universidades de primer nivel con licenciatura en hotelería”, explica. Esa profesionalización es la que ha solventado la carrera exitosa de Howard Jonhson en el país. “No podemos tener un proyecto grande como el nuestro de llegar a más de 100 hoteles sino tenemos el personal idóneo”, recalca.
Amor a una marca
Elegir cuál sería la marca que Alberto elegiría para su sueño hotelero tuvo un momento crucial cuando logró conocer la marca HJ y lo que ella significaba. “En ese momento encontramos que Cedant era un un holding con compañías muy importantes vinculadas al turismo y la hospitalidad y eso fue lo que nos impulsó a alegir a Howard Johnson”, explica. Adicionalmente, en ese entonces el mercado medio de Argentina, categoría cuatro estrellas, era el más importante en ese momento.
La decisión marcó la vida de Alberto. Por eso, cuando este hombre habla de su cadena y sus hoteles lo hace con un entusiasmo que ni el crecimiento vertiginoso de la carrera logra frenar y que por el contrario afianza con más vehemencia. “Siempre me enamoro del último hotel y de los proyectos futuros”, explica. A juzgar por los planes, muchos amores vendrán y este empresario del sector argentino tendrá mucha pasión para seguir desbordando pero “sin perder la valorización de las prioridades en la vida. Cuando un hombre o una mujer se desubica en el sentido de las prioridades pierde la razón por cosas insignificantes”, comenta.
Teniendo en una buena balanza su amor por el país y sus valores como persona, Alberto Albamonte continuará jalonando el desarrollo de ciudades que durante mucho tiempo fueron olvidadas por las cadenas hoteleras y que gracias a HJ han sido puestas en mapa turístico argentino. Diez años después de haber abierto el primer hotel, puede decir sin lugar a dudas que gracias a su acertada gestión los hoteles HJ son tan argentinos como su misma sangre. “Tengo una visión federal de mi país”, comenta, por eso no escatima esfuerzos en seguir abriendo hoteles en ciudades intermedias, pero con gran proyección para el turismo nacional e internacional.
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Antetitulo: Alberto Albamonte, presidente de Howard Johnson Argentina
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