Considero todo un honor haber nacido en Ezcaray y haber tenido una infancia de lo más feliz en esta villa de La Rioja. En estos momentos ya no vivo en ella pero son muchas las veces que voy a Ezcaray a lo largo del año por diferentes motivos. En muchas de esas ocasiones he comido en el hotel Echaurren y he podido disfrutar de su cocina antigua y moderna, moderna y modernizada tanto por Marisa Sánchez como por su hijo Francis Paniego. Me han gustado sus caparrones tan sabrosos y sus croquetas de jamón y huevo. Me han sorprendido los brik de morcilla y los de gamba. Me quedo con el punto de cocción que han sabido dar a cada uno de sus platos, con la textura del cordero asado a baja temperatura, con alguno de los vinos que descubrí comiendo en su restaurante, el verdejo blanco Marqués de Riscal, tan aromático.
En fin, que se puede comer en Ezcaray muy bien en muchos sitios pero sin duda uno de sus mejores restaurantes es el del hotel Echaurren.
Si comes en Ezcaray lo que no puedes hacer es marcharte de nuevo, así de pronto, tienes que pasear tu comida, reposarla en algunos de los numerosos jardines que encontrarás a tu paso, en cualquier banco de cualquier plaza. Puedes subirte hasta el sauco y contemplar desde la carretera la majestuosidad de los montes de la sierra de La Demanda, como el San Lorenzo que te aparecerá entre otras varias montañas, tienes que irte por el río, pararte, escuchar el suve descenso de sus aguas, ver tenorio, quizás haya alguien jugando en el frontón, siempre hay alguien dándole a la pelota, con la mano, como Dios manda. Te cuento esto porque no quiero que pienses que comer en Ezcaray es solo comer. En Ezcaray las cosas tienen su tiempo, su ritmo y si entras en ese ritmo disfrutarás más de lo que nunca hubieses imaginado.
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