Elementos determinantes como la salud humana, el ahorro de energía eléctrica y la apariencia de la estructura, se han convertido en razones de peso para hacer uso de la iluminación natural en espacios de todo tipo.
por María Cecilia Hernández Ocampo
Aprovechar la luz del sol para iluminar un espacio, sea este comercial o residencial, no solo es una manera de ahorrar en costos de facturas eléctricas, sino que también se ha convertido en un estilo con prestaciones estéticas altamente valoradas, que ofrece niveles mucho más altos de confort a quienes permanecen en dicho lugar y mejoran considerablemente la salud humana.
Según la guía técnica “Aprovechamiento de la luz natural en la iluminación de edificios”, editada por el Comité Español de Iluminación y el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía, “Es un hecho que, a la hora de iluminar una tarea visual, el ser humano prefiere la luz natural a la luz artificial o luz eléctrica. La luz procedente del sol tiene un perfecto rendimiento de los colores y aporta elementos muy proactivos en el comportamiento de las personas”.
Sin embargo, el texto complementa que “a pesar de sus ventajas innegables, es igualmente obvio que es necesario controlar la luz natural (mediante el apantallamiento solar, la dosificación y el redireccionamiento de la misma) con el fin de hacerla útil para iluminar el entorno de trabajo. Por otro lado, incluso cuando se iluminan edificios de la mejor manera posible con la luznatural, siempre existe la necesidad de complementarla o reemplazarla (en caso de ausencia de la misma) con un alumbrado artificial”.
Armonizar lo natural con lo artificial
Controlar y hacer que tanto la luz natural como la artificial entren en armonía es, en la actualidad, mucho más fácil gracias al uso de los sistemas de control aplicables a los equipos de iluminación artificial, la cuale puede modificarse teniendo en cuenta el aporte de luz natural en el determinados momentos y, de este modo, lograr escenarios perfectos que ofrezcan no solo las condiciones plenas para desarrollar distintas actividades sino que además consigan una reducción considerable en el consumo de energía eléctrica.
Tal y como lo explica el arquitecto bioclimático Juan C. Sánchez, “la iluminación natural se debe considerar favorablemente desde dos puntos de vista. El primero es el energético, ya que supone un ahorro económico y cierta independencia –diurna- de la iluminación artificial, con el consiguiente beneficio para el medio ambiente. El segundo punto de vista, tiene que ver con la comodidad derivada de la buena iluminación, vinculada directamente al diseño y a la concepción arquitectónica de los espacios”.
Sánchez detalla que se debe valorar el tema de la luz natural en términos cuantitativos, por aquello del ahorro y la reducción de emisiones de GEI (Gases de efecto invernadero), derivadas de este ahorro; y en términos cualitativos por la mejor calidad lumínica que se puede obtener para los ambientes donde desarrollamos nuestras vidas.
¿Un edificio enfermo?
Por su parte, la urbanista especializada en arquitectura sustentable, Angelika Kurz, habla acerca de las interesantes propiedades de la luz natural y sus beneficios sobre la salud humana.
La experta narra cómo en la década del 90 se realizaron una serie de investigaciones sobre este tema en los Estados Unidos, donde se tuvieron en consideración edificios de oficinas, escuelas y centros comerciales.
Según Kurz, los resultados de dichos estudios demostraron que la luz natural tiene una influencia positiva para el rendimiento y el aprendizaje, así como en la conservación de un buen estado de salud, incluso en el aumento de las ventas.
“Durante muchos años, la influencia de la luz natural para el bienestar y el rendimiento fue devaluado en la arquitectura y actualmente sabemos que la gente que labora con poca luz natural padecerá un mal estado de ánimo o depresión, y que los niños en escuelas con luz artificial tienden a una insuficiencia en el desarrollo del aparato psicomotor”.
Un mal diseño de iluminación en un espacio determinado, es decir la ineficiente combinación entre luz natural y artificial, puede ser un factor determinante a la hora de generar lo que hoy en día se denomina como el síndrome del edificio enfermo.
Para Angelika Kurz, “la iluminación natural es algo mucho más complejo que abrir ventanas, implica un verdadero reto de diseño pues, por ejemplo, un gran ventanal mal orientado es un problema de luz directa en áreas de trabajo, ya que tener el sol sobre el rostro es tan problemático como el reflejo o deslumbramiento en la pantalla de la computadora, actos que pueden afectar hasta la posición de trabajo y tener consecuencias en la columna vertebral”.
Analice el tipo de espacio
Para Juan C. Sánchez, existen tres criterios fundamentales que se deben tener en cuenta a la hora de diseñar y construir un espacio en el que se quiera implementar luz natural: alcanzar un nivel de iluminación adecuado a la actividad, combinado con el ahorro energético; evitar reflejos y deslumbramientos, y plantear una relación entre los ambientes interiores y exteriores.
El experto ofrece algunas recomendaciones para iluminar espacios haciendo uso de la luz del sol dependiendo del tipo de actividad que se desarrolle en determinado lugar y teniendo en cuenta la orientación de la ventana por donde ingresará la luz.
En el caso de una biblioteca o una sala de lectura, explica Sánchez, “una iluminación natural es determinante para la salud psíquica y visual del usuario”.
En este caso concreto, una orientación oeste, no es para nada recomendable, dado que por la mañana el nivel de iluminación es mínimo y en la tarde el deslumbramiento por los rayos del poniente -paralelos a la horizontal- dificulta la cómoda lectura; por no mencionar el sobrecalentamiento en este lado del edificio. Para esta clase de espacio, una orientación norte es la más adecuada, por el tipo de la luz difusa y tranquila que durante todo el día se puede disfrutar.
En el caso de una sala de estar o un espacio de actividad, la orientación sur suele ser mejor por el nivel de claridad y potencia que ofrece. Por otro lado, las orientaciones este y sureste ofrecen unos niveles de iluminación adecuados para dormitorios y áreas de descanso. Los Baños, cocinas y cuartos húmedos estarán mejor ubicados hacia el oeste.
Así pues, es evidente que iluminar un edificio y sus respectivas áreas no es un asunto que deba tomarse a la ligera, y que por el contrario, precisa de la intervención de manos expertas desde la fase de concepción y diseño, hasta el momento de ejecución del proyecto aquitectónico.
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