La Purificadora cambia la historia

por Lyda Durango

Como patrimonio cultural de la humanidad, el centro histórico de la ciudad de Puebla, en México, está habituado a las obras de restauración y conservación. No obstante, una propuesta hotelera que a su vez involucra un edificio histórico de 1884 es una novedad que va más allá. Es la oportunidad de que lo antiguo y lo moderno se fundan bajo la batuta mágica de la oficina de arquitectos Legorreta + Legorreta.

De las cenizas

Puebla es una ciudad que se encuentra a 136 kilómetros de Ciudad de México, un destino por naturaleza para los habitantes de la capital. Su legado histórico es su principal recurso arquitectónico y turístico. Fue así como parte del Plan Maestro “Paseo San Francisco” que contemplaba la recuperación de la zona donde anteriormente se asentaron talleres y fábricas, se buscó un uso adecuado al antiguo edificio donde funcionaba la planta purificadora de agua.

“El edificio estaba muy dañado, era una ruina”, recuerda Víctor Legorreta, de Legorreta + Legorreta Arquitects, quien al lado de su padre Ricardo Legorreta y del arquitecto Pablo Serrano tuvo a cargo el reto de convertir una ruina en el primer hotel boutique del Grupo Habita en Puebla. “Lo único que había era una crujía y dos muros de piedra”, agrega. Allí nació el mayor reto para los arquitectos quienes como parte de su filosofía buscaron respetar la historia del lugar pero haciendo de ésta una construcción moderna. “Fue muy interesante trabajar alrededor de esa crujía y esos muros para hacer un hotel moderno”, comenta Legorreta hijo.

El interés aumentaría cuando la operación del hotel quedó a cargo del Grupo Habita. La trayectoria de este grupo de jóvenes empresarios hoteleros sería para Legorreta + Legorreta y Serrano Monjaraz Arquitectos una garantía del éxito del proyecto arquitectónico. “Nos entusiasmó mucho porque siempre han tenido mucho énfasis en el diseño y han contratado buenos arquitectos”, señala Víctor. El buen trabajo en equipo lo complementaría la gestión realizada con el Instituto Nacional de Antropología e Historia para recuperar la memoria perdida tras las ruinas.

Conservando la historia

Una revisión exhaustiva del edificio donde funcionó durante muchos años una fábrica de hielo donde se embotellaba y se purificaba el agua permitió recuperar muchos de los elementos de darían el toque histórico a la remodelada edificación. “El arqueólogo residente encontró muchas piezas originales que datan del periodo de 1.800 como botellas y vidrios, los mismos que se incorporaron como parte del diseño gráfico y la comunicación visual de La Purificadora”, explica Rafael Micha, de Grupo Habita.

Piedras, vigas y botellas de agua hicieron parte de los recuerdos que cobrarían nueva vida gracias a la filosofía de Legorreta + Legorreta. “En los edificios que hemos restaurado siempre hemos tratado de recuperar las cosas que encontramos del pasado y nos esmeramos porque las cosas nuevas en realidad sí lo sean, creo que es esa combinación lo que le da mucho interés al proyecto.” explica Víctor.  

El reto entonces parecía ser cómo combinar esos elementos antiguos con los nuevos. Para lograrlo se utilizaron las vigas halladas en el edificio en las columnas del patio central del lobby. Y para hacer juego con la arquitectura colonial de Puebla se construyeron balcones típicos pero en acero y vidrio. No todo podía emularse fácilmente, recuerda Legorreta hijo. Por eso, en el intento de que las puertas fueran como las del siglo XVIII hubo un matiz diferente. “No había información de cómo era ni tampoco contábamos con los artesanos para hacerlas entonces creemos que fue más honesto hacer una puerta moderna pero siempre siendo respetuosos con la escala y el material”, explica Víctor.

El color es historia

Aunque reconocido por el uso de brillantes colores, el despacho de los arquitectos Legorreta pensó este proyecto casi monocromáticamente. Los colores utilizados en todo el hotel son negro, blanco y un toque de púrpura en el mobiliario. “Al frente está el centro de convenciones que tiene mucho color y al interior del edificio teníamos una serie de elementos como muros de piedra y madera”, recuerda Víctor. “Entonces sentimos que ya había mucha información visual”, agrega.

La decisión fue entonces aplicar un blanco “matado”, es decir, con un poco de mostaza para resaltar más los espacios y la arquitectura existente. Los toques de color se aplicaron en los sillones y en algunas de las entradas de los cuartos. Esto combinó perfectamente con la utilización de piedra arqueológica (de la construcción original), madera antigua (reciclada de los techos abovedados), ónice (del cercano pueblo de Tecalli) y las losas especiales que recuerdan la cerámica talavera, complementado con luces intensas, espacios abiertos y agua.

Los elementos naturales

Ricardo Legorreta, encabezando el proyecto, se ha hecho famoso en parte por el uso de colores brillantes, luz natural y espacios monumentales. “Su intenso uso de la luz, los espacios abiertos y el agua, unidos con su consideración por la cultura mexicana, simplicidad y un moderno sentido del diseño son elementos que le han merecido reconocimiento internacional”, comenta Rafael Micha, del Grupo Habita.

Siendo fiel a un estilo y gracias a que el agua fue la razón de ser del edificio original, ha sabido combinarla con la luz y el aire para darle una nueva dimensión a los espacios abiertos de La Purificadora. Un ejemplo de ello lo constituye la piscina del tercer piso y los espejos de agua en el lobby que rodean la mesa del chef.

Adicionalmente y tomando ventaja del clima privilegiado de Puebla, el proyecto arquitectónico contempló un buen uso y provecho de las condiciones atmosféricas. “Quisimos hacer espacios techados pero en exteriores, con lo cual nos evitamos el uso de aire acondicionado y calefacción”, explica el arquitecto Víctor Legorreta. “Entonces la idea fue hacer una liga entre el interior y el exterior muy abierta. Así por ejemplo, el patio es moderno pero inspirado en los patios tradicionales de las casas coloniales de Puebla”, explica. Esto implicó hacer techos muy altos, lo cual se complementó con fogatas alrededor de los lugares para sentarse. “Lo mismo pasó con la terraza en la azotea, lo que hicimos fue ponerle un techo, dejarlo abierto y que realmente pudiera funcionar como un bar abierto, en el mismo espacio donde está la alberca”, explica.

El resultado de esta búsqueda puede apreciarse en la terraza tipo lounge ubicada en el cuarto piso del hotel que ofrece hermosas vistas de la ciudad. Además de la alberca de 30 metros de largo, con paredes de plexiglás transparentes, diseñada por la artista Laureana Toledo, hija de Francisco Toledo.

“Lo que hemos tratado de hacer es diseñar los espacios al aire libre no con la concepción de que son espacios que sobran sino de que son espacios para estar más, como si fuera la sala. En La Purificadora, el lobby es un espacio chico, en realidad es un patio, un espacio exterior. De ahí lo que hicimos fue estudiar el amoblado, cómo se iban a sentar los huéspedes, qué piezas de arte se iban a poner para convertirlo en un espacio para estar y no en un espacio exterior sin función”, señala el arquitecto Legorreta.

Más creatividad

Haber reciclado un edificio tan antiguo dio algunas lecciones sobre ahorro, conservación y creatividad. “En la arquitectura tradicional de la época colonial no existían el aire acondicionado ni la calefacción”, dice Víctor. “Entonces se utilizaban techos altos, materiales como la piedra, muros anchos y materiales aislantes y se estudiaban las orientaciones para poder usar los espacios perfectamente”, explica. “Entonces terminamos haciendo una arquitectura ecológica sin llegar a ser grandes sofisticaciones de alta tecnología, se trató más de sentido común”, añade.

Víctor Legorreta destaca especialmente el hecho de haber utilizado un edificio ya existente en lugar de una construcción nueva. “Cuando se hace un edificio nuevo se  parte de una serie de muros, de formas que ya existen y hay que adaptarse a ellas”, explica. En el caso de La Purificadora el resultado de haber trabajado con una construcción existente es una asimetría que resulta muy interesante: muchos de los ángulos de las paredes no son de 90 grados “sino que son muros chuecos”, cuenta Legorreta. Además hay pasillos que empiezan en 1.20 metros y terminan en 2, algunas partes de los muros son de piedra y otras son aplanadas, “todas esas cosas le dieron mucho interés al proyecto”, reitera.

Por eso, después de ver los resultados de la obra arquitectónica de La Purificadora, Víctor está convencido de que la creatividad en realidad está en saber adaptarse. “Esa es una lección que debemos aprender los arquitectos de este siglo”, comenta. “Tenemos que aprender a reciclar edificios y no pretender que todo lo nuevo se haga en las afueras de la ciudad y abandonar los centros, eso es un gran error”.

Rentable, por naturaleza

La Purificadora, de fábrica de hielo a hotel boutique, da muestras de que modernidad e historia pueden fundirse sin renunciar a la vanguardia. Fue así como esta estructura legendaria cobró nueva vida y promete mucho más.

Con el aprovechamiento de luz natural, los techos altos, los muros anchos y el énfasis en las áreas públicas La Purificadora está ad portas de una exitosa operación. Así opina la gerencia general del hotel que se siente complacida por un hotel hermoso y altamente funcional. “Es un hotel muy fácil de operar”, dice Miguel Angel Puerta, gerente general del hotel La Purificadora.

El resultado es un ambiente con el que hasta ahora este destino turístico no contaba. “Chimeneas, cascadas de agua, materiales naturales, espacios abiertos al exterior y una gran sensación de volumen”, son las características que en palabras de Miguel Angel Puerta resumen por qué La Purificadora no solo cambió la historia de Puebla sino que se constituyó en monumento a la belleza y a la función.