José Koechlin ha dedicado los últimos 40 años de su vida a la conservaciónde la fauna y la flora del Perú, a través de un modelo de negocio en el que los ingresos para la investigación se derivan de la actividad turística.
por: Vanesa Restrepo B.
Pensar en que mientras se camina por la selva o se libera adrenalina en un canopy se está ayudando a conservar la cuenca amazónica no es un sueño, sino el proyecto de vida que eligió el peruano José Koechlin en los 70’s, cuando aún trabajaba en la industria cinematográfica.Ese sueño se ha materializado en una cadena hotelera, Inkaterra, que emplea a unas 500 personas, la mayoría de ellas oriundas de las zonas en las que operan (Macchu Pichu, el Amazonas y Cusco); además de una ONG que funciona con el mismo nombre y que desde 2001 se encarga de gestionar recursos y liderar proyectos de investigación que buscan la identificación y conservación de los ecosistemas propios del Perú.
Un sueño hecho realidad
Cuando estaba en el colegio La Inmaculada, guiado por monjes Jesuitas, Koechlin comenzó a recorrer el país en medio de las situaciones más precarias. “Nos llevaban a las provincias y allí no había facilidades de alojamiento o electricidad” recuerda, mientras evoca los primeros años de su vida transcurridos en Lima, la ciudad que lo vio nacer el miércoles 5 de diciembre de 1945.
Aunque optó por estudiar administración de empresas, los primeros pasos en la vida profesional de José se dieron en Madre de Dios, un departamento amazónico que lo impactó por tener 84.000 metros cuadrados y menos de 8.000 habitantes, además de una biodiversidad que desbordaba los límites de la imaginación de un citadino como él. Entre 1970 y 1973 se internó en la selva para participar en el rodaje de las cintas “Aguirre, la ira de Dios” y “Fitzcarraldo”, del productor alemán Werner Herzog, y posteriormente dar forma al sueño de su infancia: tener su propia empresa.
Fue así como en 1973, y aprovechando que la zona tenía poca infraestructura disponible para atender la demanda que conllevaba ser el segundo destino turístico más importante del Perú, nació Inkaterra. Así lo recuerda José: “Empezamos a recibir pasajeros en abril del 75, con el mismo grupo humano que había participado en las películas. Inmediatamente comenzamos a hacer un inventario de la biodiversidad y la Universidad Berkeley de California nos dio el aval de que la zona merecía ser estudiada”.
Productos bien definidos
Los ingresos generados por la actividad turística se reinvirtieron en actividades de identificación de especies, lo que a su vez permitió crear nuevos programas enfocados en la actividad ecoturística como avistamiento de aves, canopy, mariposarios, etc.
Dichas actividades van ligadas a la oferta de los hoteles, que están construidos de acuerdo con las características de la zona en la que operan. “Trabajamos un concepto auténtico desde el punto de vista arquitectónico, de materiales y en la decoración. Procuramos tener elementos que sean simples pero bien hechos, con los recursos de la zona e involucrando personal local”, explica mientras detalla que tienen, por ejemplo, más de 100 especies de orquídeas y otras flores conservadas en acrílico sólido como parte de la decoración de las propiedades.
Secretos de administración hotelera
La vocación es para José Koechlin el elemento clave para una exitosa gestión en la industria de la hospitalidad. “Los líderes deben ser capaces de encontrar gente que esté a gusto trabajando en lo que hace, que quiera hacer lo mejor de acuerdo con sus capacidades y que trabaje con eficiencia”, aseguró.
Con estos elementos, más una apropiación de la filosofía de “hacer las cosas bien” y la adopción de la conservación, ya no como una práctica innovadora sino como parte de la filosofía de la empresa, es muy probable que el sueño de tener un turismo sostenible sea posible pronto.
Hace falta crecer
La llegada de visitantes extranjeros a Perú aún es baja, asegura José Koechlin, apoyado en los siete años de presidencia consecutiva de la Sociedad de Hoteles del Perú, entidad fundada con el objetivo de unir a las cadenas hoteleras para influir más efectivamente en la creación de legislación apropiada para el mejoramiento de la oferta turística y de hospitalidad en el país.
“Pocas personas vienen al Perú, así como pocas van a Ecuador, Chile o Colombia. Nosotros tenemos el potencial para tener más visitantes americanos, que es nuestro mercado natural; pero para que esto sea posible hace falta crear un producto de acuerdo con la demanda, y para crear ese producto hace falta generar consciencia entre las autoridades y la población sobre la importancia del turismo como fuente de ingresos”.
No obstante, Koechlin reconoce que el país está en un proceso de transformación único que está permitiendo desarrollar un mercado interno con capacidad de gasto, algo que nunca antes había ocurrido.
A eso se suma el reconocimiento de la gastronomía local como una de las mejores del mundo, la enorme biodiversidad del país (cuenta con 28 de los 32 climas y 84 de los 104 pisos ecológicos), la cultura viva, y las reliquias arquitectónicas y culturales como Macchu Pichu que este año celebra el centenario de su descubrimiento.
Recuadro
Preservar para sobrevivir
Las actividades de investigación lideradas por José Koechlin han arrojado resultados satisfactorios. Uno de los principales fue convertirse en la primera empresa privada en obtener financiación del Fondo del Ambiente de las Naciones Unidas, organismo que hasta entonces sólo había entregado dinero directamente a los Gobiernos.
La zona de Macchu Pichu también se benefició con la reforestación de un bosque nativo en una zona que se estaba explotando con fines agropecuarios. “esto permitió que regresaran más de 300 especies de aves nativas”, confirmó Koechlin.
Adicionalmente lideró un estudio con investigadores privados de Estados Unidos y Perú, sobre anfibios y reptiles, que derivó en un libro de 440 páginas publicadas por Cornell University en cuyas tapas se especifica que esta es “la línea de base sobre la cual se deben comparar los estudios posteriores realizados en la cuenca amazónica”.
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Negocio de familia
El día de José Koechlin comienzan casi siempre en Lima a las 6:00 a.m. con una rutina de ejercicios en el gimnasio, luego de la cual se ocupa de las asociaciones a las que pertenece y entre las que se encuentran el Comité de Apoyo a la Policía Ecológica y de Turismo, el patronato del Museo de Historia Natural y la dirección de las labores de investigación en la ONG Inkaterra.
Con su familia permanece comunicado porque, además, sus tres hijos hacen parte de Inkaterra. Elisa, que vive en Europa, se ocupa de las labores de mercadeo en el viejo continente, mientras que Sandra se encarga del área de servicios en Perú. Ignacio, entre tanto, es dueño de una pequeña cadena hotelera que apoya la de su padre.
Denise, la esposa de José, también juega un papel protagónico en la empresa familiar: se encarga del diseño arquitectónico, paisajístico y de la decoración interior de todos los hoteles, mientras que los nueve nietos que ya tienen se dedican al estudio.
En su charla con GERENCIA DE HOTELES, José Koechlin aseguró que en cinco años espera continuar su trabajo de conservación e investigación de flora y fauna en los Andes y la selva peruana; así como en el proyecto de reactivación de la pesca de Merlín en Cabo Blanco, norte del país.
Al preguntarle por la jubilación reconoció, en medio de carcajadas, que espera estar siempre activo, y en un juego de palabras explicó que “la actividad es salud, ilusión. Si no hay ilusión no hay perspectivas y las perspectivas se basan en solucionar problemas. El hombre que no tiene problemas se decae, por eso hay que hacerse problemas positivos, de esos que crean ilusiones".
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