La almohada no es un elemento más de la habitación que deba tomarse a la ligera. Su utilidad para ofrecer estilo, decoración y una buena sensación de descanso en el huésped pueden darle puntos extra a cualquier establecimiento.
por María Cecilia Hernández Ocampo
Si usted nota que alguna de las personas con que viaja tiene una maleta más grande de lo acostumbrado, no se asuste: es que le gusta sacar de paseo a su almohada.
Algunos viajeros prefieren tener carga de más y pagar por ella que encontrar una sorpresa desagradable en la habitación al entrar y darse cuenta de que ninguna almohada le permitirá tener un sueño tranquilo y reparador.
Después de probar una y otra vez las diez almohadas y cojines que ubican decorosa y elegantemente sobre el lecho en el que reposará el viajero, después de ensayar de lado, en posición fetal, boca arriba, boca abajo, e incluso una almohada sobre otra, el cansancio vence sin importar la tortícolis que lo acompañará por el resto de sus vacaciones.
Ante esta situación muchas cadenas hoteleras, establecimientos grandes y pequeños, han decidido implementar un servicio que promete ser la solución: una carta de almohadas, para que, como en un restaurante, el turista encuentre la mejor opción.
“Un menú de almohadas es darle libertad al usuario para que elija su comodidad. Consiste en no poner una o un par de cojines iguales en la cama sino ubicar allí una variedad, dependiendo del tamaño de la cama porque tampoco se debe sobre cargar y hay que cuidar la estética de la habitación”, Fernando López, del Grupo Ardeco de España.
Según explica Jesús Antonio Flores García, director general de Almohadas Asim, de México “lo ideal es que en camas individuales se debe colocar de dos a tres almohadas de diferentes soportes, en camas matrimoniales y queen size colocar cuatro almohadas y en camas king size colocar hasta seis”.
Al visitar los portales y las comunidades virtuales de viajeros es frecuente encontrar quejas relacionadas con el mal descanso que estropeó lo que prometían ser las mejores vacaciones. Es común leer que muchos turistas coinciden en que al momento de ir a dormir se tardan más tiempo en “desvestir” su cama y conciliar el sueño, que en su arreglo matutino.
“Soy de las personas que entra a la habitación, se para frente a la cama y va “al ataque contra las almohadas”, las arrojo al mueble o al suelo una por una hasta dejar sólo la que he elegido; saco las sábanas que son pesadísimas y generan dolor en los brazos y en eso puedo tardar unos diez minutos”, comenta jocosamente un internauta en el reconocido portal de búsquedas de hotel Booking.com.
Diseño analítico
La elección de la cantidad y el tipo de almohadas y cojines que se ubicarán en las camas no es una cuestión de intuición o buen gusto innato. Para ello se debe acudir a las recomendaciones de un experto, no solo en diseño sino además en salud física.
Encontrar ese equilibrio entre darle un toque de estilo a una habitación con colores, tamaños y disposición de las almohadas y ofrecerle al huésped tantas opciones como sea posible para facilitar su descanso, ha sido el talón de Aquiles de los establecimientos.
“Tengo una experiencia personal a partir de este elemento. Alguna vez entré a una habitación que rayaba en la simpleza: una cama en acomodación sencilla con un par de almohadas blancas, sin más. Alcancé a preocuparme. Al acostarme me llevé la grata sorpresa, no sé si por casualidad o por acierto, de que era la almohada perfecta para mi”, anotó desde Colombia la consultora en diseño y decoración de interiores Claudia Valencia.
También existe el caso contrario: entrar a una habitación y deslumbrarse con el estilo, la creatividad a la hora de disponer la ropa de cama y la belleza del interior. Y desvanecer ese brillo al momento de probar cojín por cojín.
Para Flores, director de Alsim, esta situación requiere de un estudio y un análisis profundo y no de la arbitrariedad con la que algunas personas se consideran expertas en ambos campos: diseño y salud.
Este empresario afirma que el promedio de los hombres son más grandes y robustos que las mujeres, es por ello que necesitan una almohada firme para descansar de lado y normalmente una almohada de soporte estándar para descansar boca arriba, pero hay que ofrecer una almohada suave en caso de que sea del gusto del huésped descansar baca abajo.
En cambio, las mujeres promedio requieren una almohada de suave a estándar para descansar de lado, una almohada de suave a extrasuave para descansar boca arriba y extrasuave para descansar boca abajo, continúa Flores.
“Normalmente con una almohada king size no se puede girar al cambiar de posición, por ello requerimos las almohadas matrimoniales 50 x 66 o 50 x 70. Por último, mi recomendación para lo que llamamos la cama ideal, es una combinación de soportes incluyendo dos almohadas naturales y entre cuatro y seis almohadas por cama y por pareja junto con un cojín decorativo”, explica el experto.
Identificando al enemigo
Para los expertos consultados una mala almohada es aquélla que tiene un pobre relleno, aquélla que han elaborado a partir de desperdicio textil, borra o fibras no adecuadas, que pueden verse con volumen cuando se ofrecen a un comprador de un hotel pero al usarla se aplastan de inmediato. También hay fibras que no aguantan lavados o pierden sus características con esto, lo cual no es útil para nadie.
“Es importante comentar que las almohadas que van perdiendo el soporte conforme pasa el tiempo pierden el objetivo para el que fue creada. Cuando se duerme de lado se requiere una almohada que llene el hueco entre el hombro y la cabeza para que la columna vertebral quede recta sin doblarse y si se pierden el volumen y el soporte de la almohada no se podrá usar o provocará un problema al huésped, tendrá qué empalmar dos o tres almohadas para llenar ese hueco del hombro lo cuál ya no dará confort y sí probablemente provocará una torcedura”, detalla Jesús Antonio Flores.
Por su parte, Claudia Valencia asegura que en este momento la tendencia está marcada por las almohadas sintéticas, principalmente aquéllas provenientes de Estados Unidos denominadas como Cluster Fibers que son poliésteres 100% especiales. Su acabado es llamado puff balls, fibra bola o bolitas en diferentes lugares.
“Desafortunadamente los compradores de los hoteles de cierta categoría buscan la almohada más barata. Las buenas almohadas son costosas porque están hechas de un material costoso y de calidad, que ofrece su utilidad por largo tiempo”, afirma López.
La almohada se puede identificar según su tamaño, su forma y el material del que es elaborada y rellenada. Estandar, cervical, con niveles de descanso, postural, relajante. De soporte extra suave, suave, firma, súper firme y extra firme. De fibra sintética, poliéster hueco y siliconizado, de algodón, de espuma, de espuma viscoelástica, de gel frío y caliente, de fibras e hipoalergénica.
“Generalmente las condiciones de los hoteles cinco estrellas, de gran categoría y gran turismo exigen almohadas confeccionadas con tela 50% poliéster 50% algodón de 180 hilos. Las buenas almohadas duran de entre tres y cinco años si se siguen las recomendaciones de lavado y cuidado correctamente”, concluye Flores.
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